Estamos en la Calle Real, nombre antiguo cuando era Luisiana provincia española y New Orleans su capital y que ahora recibe el de Royal Street. Aquí tenemos nuestro hotel y se puede decir que es bastante digno, habitación con dos grandes camas, piso duodécimo, en el límite del barrio francés.
Estamos en pleno centro del jolgorio y del turismo tanto interior como extranjero. Es como un trocito del Benidorm, es esa parte de pueblo viejo cerrado prácticamente al tráfico rodado y repleto de gente con toda vestimenta imaginable. Guiri total, no hay vergüenza para ir vestido como quieren, aquí se ven los tipos más extravagantes de todo EEUU.
Como dos días antes habíamos reservado una visita guiada al primer cementerio de N. Orleans, el de St. Louis, muy cerca del centro neurálgico de la ciudad. La visita dura 50 minutos y no es un cementerio grande, ocupa una cuadra y no es ninguna maravilla. De haberlo sabido habríamos dedicado el tiempo a otra actividad como el bus turístico que recorre los principales puntos de interés. Tumbas y panteones del siglo pasado, la mayoría de familias francesas y ninguna belleza en sus estilos. Yo, como aficionado a las tanatocenosis de las grandes ciudades, he visto decenas de ellos mucho más atractivos.
Esta tarde daremos otro paseo por este barrio tan atractivo y nos mezclaremos con jóvenes y mayores de muchas nacionalidades y como los domingos no funcionan los barcos del río para turistas, nos enrolaremos en el bus rojo que enseña la ciudad.
Da cierto alivio tener una habitación de hotel en régimen continuo, aunque sea por tres días como en esta ocasión. Te permite descansar cuando quieras si está cerca, dormirte una diestecita o ver una película por la tele si no haces nada por la tarde. Hasta ahora hemos dormido cada noche en una ciudad distinta o en una»escampada» de casas que eran esas poblaciones por las que hemos pasado.
Mañana será otro día, descansando antes de emprender el regreso a NYC y a casa.
eduardoseva12 
febrero 24, 2024 en 9:37 pm
Guauuuu
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